Antes de empezar tu primer huerto estudia lo que puedas, por ejemplo, en alguno de los libros recomendados en estas páginas. Toma notas y dibuja tu huerto. Intenta planificar y no plantar a capricho. Piensa qué te gustaría comer y cuándo, calculando el ciclo normal de crecimiento de cada planta.
Conviene plantar escalonadamente las verduras y hortalizas que quieras consumir de un modo continuado o deberás hacer conservas, congelar o regalar las que maduran todas a un tiempo. Personalmente, no me importa que un grupo de tomateras maduren de golpe en un par de semanas, porque casi las planto con la idea de hacer conserva de tomate para el invierno, y ya puestos a pelar y hervir calderos, mejor dejar el trabajo hecho en uno o dos días de jaleo en la cocina.
Las rotaciones de cultivos y las asociaciones favorables o desfavorables de plantas no han de quitarte el sueño inicialmente, aunque cuando las tengas estudiadas verás la conveniencia de repartir los bancales por grupos de familias e ir rotándolas en sucesivas temporadas de un bancal al siguiente.
Así, en el mismo bancal plantarías, por ejemplo, por este orden:
• Primera temporada: leguminosas (judías, guisantes, habas) y crucíferas (coles, rábanos, nabos).
• Segunda temporada: solanáceas (tomates, pimientos, berenjenas).
• Tercera temporada: compuestas (lechugas, escarolas), quenopodiáceas (acelgas, remolachas, espinacas) y cucurbitáceas (calabacines, pepinos).
• Cuarta temporada: umbelíferas (zanahorias, apios, apio-nabos), liliáceas (cebollas, puerros, ajos).
• Quinta temporada: vuelta a empezar la rotación con leguminosas, que son las plantas que mejoran más el suelo, seguidas de solanáceas, que son las plantas más exigentes.
Las plantas plurianuales (alcachofas, fresas, espárragos) permanecen en el mismo bancal.