Siguiendo con el tema de los jardines cerrados, maravilla este jardín de los placeres, con árboles, flores, música, vinos, viandas y amores, además de la fuente central en la que al bañarte obtienes la eterna juventud. Por favor, si tenéis entrada a un jardín así, ¡procuradme una invitación!
La miniatura es parte de un códice anónimo del Siglo XV conservado en la Biblioteca Estense en Módena, Italia, que pasó a ser conocido con el título “De Sphaera estense”, un compendio astronómico y astrológico en el que sobre todo llaman la atención las ilustraciones con interpretaciones astrológicas de los planetas. Este jardín aparece en las páginas dedicadas a Venus, una joven coronada de flores, con un espejo y una flor en sus manos. El espejo puede interpretarse como símbolo de la importancia de la propia belleza, pero al mismo tiempo alude a la capacidad del ser humano para producir objetos hermosos. Por otra parte la flor alude a la belleza como manifestación natural. De este modo, Venus se vincula al mismo tiempo con la belleza producida por la actividad humana y con la belleza presente en la naturaleza, expresadas perfectamente en la sensualidad, placer y disfrute que observamos en este jardín.
Historia
HORTUS CONCLUSUS
Fascinados hoy con este cuadro de un pintor anónimo del siglo XV, a quien se llama Meister des Paradiesgärtleins: Maestro del Paraíso de Fráncfort o Maestro del Jardín del Paraíso. El cuadro representa el tema del hortus conclusus, aquí simbolizando la virginidad de María, aunque en general es el jardín de pequeñas dimensiones de los conventos y monasterios medievales, donde se cultivaban plantas medicinales y alimentarias. Al contrario de lo que era usual en las representaciones de la época, María no es el centro de la pintura, sino que permanece en la esquina superior izquierda, leyendo un libro. Esta acompañada de Santa Dorotea, cogiendo cerezas detrás; Santa Bárbara coge agua de un pozo; Santa Catalina, que sostiene un salterio, en el que Jesús Niño pulsa las cuerdas. A los pies de San Jorge hay un milano muerto y a los del arcángel Miguel un pequeño demonio negro. En un tronco se apoya San Osvaldo.
Este cuadro es una de las primeras pinturas en la que las plantas se representan de manera realista, la mayoría símbolos marianos (aguileña, verónica, Fragaria, Alchemilla, Bellis perennis, alhelí del campo, hierba doncella, trébol, lirios, leucojum vernum, Convallaria majalis, malva, margarita, dianthus, Paeonia officinalis, rosa, hierba centella, iris, mostaza, ortiga roja, violeta, plantago, crisantemo, aster, Hypericum, Matthiola).
DE LOS HUERTOS A LOS MUERTOS · BOTÁNICA FUNERARIA
Solo cambia una H por una M. H de hoy, M de mañana, en un ciclo inevitable de vida-muerte que se reproduce constantemente en el huerto y que viene muy a cuento el 1 de noviembre, día de difuntos. Si visitáis un cementerio estos días, prestad atención también a las plantas del recinto y a su representación en muchas lápidas, cargadas de simbolismo. Por ejemplo, la espiga, que significa esperanza, fuerza latente no manifestada, resurrección, vuelta al origen, eucaristía, abundancia. En la teología cristiana, el grano de trigo, como el ser humano, parece destinado a germinar en un oscuro fondo para abrir con su esfuerzo en la vida el camino hacia la luz. Cuando la antigua envoltura de la semilla se rompe desde dentro -simbólicamente una muerte-, ésta representa una nueva vida, la resurrección.
Sobre estos temas investigué bastante hace unos meses, cuando en uno de esos cultivos de supervivencia tuve que escribir y pensar la exposición El simbolismo en las lápidas, encargo de una empresa del sector funerario, estas semana exibiéndose en Girona y las dos próximas en Sevilla, así dando vueltas en los siguientes meses por tanatorios y cementerios de toda España. Ha acabado siendo muy interesante, descubriendo el significado de más de 130 símbolos funerarios, entre ellos muchos vegetales. Lo he pasado en grande con un librito escrito en 1885, Principios de botánica funeraria, de Celestino Barallat i Falguera, erudito catalán, abogado, escritor y traductor de Homero, Horacio, Wagner y Lord Lytton. También he rebuscando el significado funerario en las plantas que aparecen en clásicos diccionarios de símbolos, como los de Eduardo Cirlot, Hans Biedermann o Jean Chevalier.
El uso de flores en los rituales fúnebres es casi universal aunque el significado de cada especie presenta variantes en diferentes culturas. En Occidente el uso de las flores era ya fundamental en el mundo funerario romano, para quienes la vegetación era símbolo de inmortalidad por su constante morir y renacer. Las ofrendas vegetales que hacían a los muertos a lo largo del año, les condujeron a crear un hábitat ajardinado para sus tumbas. Se han encontrado inscripciones sepulcrales que ruegan a familiares, amigos e incluso a caminantes que “esparzan flores sobre la tumba”, otras manifiestan el deseo de que “no falten flores sobre la tierra que cubre sus restos”. Además de las fiestas fúnebres llamadas Lemurias, y además de las Ferales y Caristias, en las antigua Roma se celebraban en verano las que llevaban el nombre de Rosalias, en las cuales se esparcían rosas sobre las tumbas de los que fueron sus parientes o amigos. La diosa funeraria Hécate se presentaba coronada de rosas y en las iniciaciones era la rosa el emblema de la muerte y del silencio.
Aquí hago un resumen, a modo de una breve guía de campo para una visita botánica al cementerio, empezando las plantas más evidentes:
Ciprés
Eje hacia el cielo, señalando la luz en contraposición a la oscuridad de las tumbas. Color verde perenne como la vida en el más allá. Su longevidad, de hasta 1.300 años, también alude a la eternidad. La rama de ciprés era señal de luto en las casas ya en los tiempos de Plinio.
Palmera
El más elevado símbolo de renovación de la savia, no en vano su género vegetal se llama Phoenix, de Fenicia y Fénix, como el ave que en el mito resurge de sus cenizas. La palmera, que puede durar doscientos o trescientos años, aúna para los árabes la simbólica de la renovación con el sentido de permanencia. Entre los cristianos significa el sacrificio y la victoria sobre la muerte, la resurrección, tal como se utiliza en la festividad de Domingo de Ramos. También es la palma de la victoria, que se entregaba a aurigas y gladiadores vencedores, convertida en la señal de los mártires cristianos que han vencido con el derramamiento de su sangre y por eso se les concede el premio eterno.
Césped
El eterno verde del Paraíso.
Hiedra
El cariño avasallado y humildoso, la fidelidad, la memoria y la amistad imperecedera. Cubriendo las losas de las tumbas, trepando por los enverjados, abrazándose a las rocas contiguas, denota el estrecho abrazo que la vida y la muerte se dan en el cementerio.
Aquí el simbolismo de otros árboles y flores, por orden alfabético:
Acacia
Las Sagrada Escrituras cuentan cómo esta planta era tenida por madera sagrada por los hebreos, por su incorruptibilidad. Para los masones representa la inmortalidad del espíritu, la inocencia y es símbolo de iniciación, con significado oculto o hermético presente en muchas culturas (en los misterios del antiguo Egipto, el loto o el brezo; en los de Atys, el almendro; en los de Venus, el mirto; entre los Druidas, el muérdago; entre los cristianos, la palma).
Amapola
Simboliza el sueño eterno y la fragilidad de la vida, por la incosistencia de sus pétalos. Se ha utilizado en tumbas de niños recién nacidos o de corta edad.
Asfodelo
Las regiones infernales en La Odisea tienen por campo principal una vasta pradera de asfodelo, motivo recurrente en el arte griego (Dioniso, Perséfone, Semele, Artemisa), utilizado como ofrenda ante las tumbas por ser considerado un contraveneno muy poderoso y, por consiguiente, garantía de inmortalidad.
Azucena
Belleza. También representan matrimonio y fidelidad
Encina
La fuerza relacionada con la permanencia de la vida y con la robustez de la fe. En el cementerio debe usarse en ejemplares aislados, para destacar su aspecto solemne aunque no alude directamente a la idea de muerte o de descanso en ultratumba.
Espiga
Esperanza, resurrección, vuelta al origen, eucaristía. La semilla es el símbolo de las fuerzas latentes, no manifestadas, de la esperanza y la abundancia. El grano de trigo, como el ser humano, parecen destinados a germinar en un oscuro fondo para abrir con su esfuerzo en la vida el camino hacia la luz. En la teología cristiana, a imagen de Cristo, cuando la antigua envoltura de la semilla se rompe desde dentro -simbólicamente una muerte-, ésta representa una nueva vida, la resurrección.
Flor de la pasión
Simboliza la pasión de Cristo.
Flor de loto
Símbolo de budismo. Utilizado antiguamente en la cultura del Antiguo Egipto y en el hinduismo. Representa pureza, creación, resurrección, evolución.
Flores o ramas rotas
La pérdida de una vida a una edad temprana, la flor ha florecido, pero se ha roto antes de tiempo, quedando menguante. Usualmente utilizado en lapidas de jóvenes.
Guirnaldas
Victoria sobre la muerte y remembranza.
Helechos
Humildad, soledad y sinceridad.
Hisopo
Emblema de la humildad y la modestia.
Iris
De la misma manera que Hermes era el conductor de las almas masculinas en su viaje al otro mundo, la ninfa Iris era la encargada de guiar en semejante viaje las almas de las mujeres.
Laurel
Victoria, fama. Por recordar la brillante gloria juvenil y el triunfo mundano su uso queda limitado a coronas.
Lirio
Pureza, resurrección o la virgen. También puede representar, como otras flores lo hacen, la pérdida de una vida a una edad temprana. Como se muestra, la flor ha florecido, pero se ha roto antes de tiempo quedando menguante, esto simboliza el hecho de que la propia vida se vio truncada.
Maíz
Renacimiento, fertilidad.
Manzanas
Representan salvación, en ocasiones pecado.
Margaritas
Inocencia. Utilizado mucho en las lápidas de niños.
Musgo
Simbólica de la humildad, del mundo de lo pequeño, que en botánica funeraria tiene tanta importancia como el mundo de lo grandioso y lo severo. Para los cristianos recuerda que debe sacrificarse todo lo que pueda conducir el espíritu al orgullo.
Olivo
Sus ramas simbolizan el perdón y la paz.
Olmo
Árbol de Morfeo en la literatura clásica, el sueño eterno. Adecuado para cementerios porque no produce fruto (en general se evitan las especies vegetales que producen fruto en la tierra del cementerio), por su longevidad y por la facilidad con que se multiplican.
Roble
En lápidas su hoja simboliza la fuerza de la fe. Como árbol debe usarse en ejemplares aislados, para destacar su aspecto solemne aunque no alude directamente a la idea de muerte o de descanso en ultratumba.
Rosa
La rosa en el Campo Santo, significa el amor supremo, el amor trascendental, el amor religioso. Los simbolistas cristianos admiten este significado de la rosa y la llaman amor de la sabiduría divina cuando tiene matiz encarnado, amor de la pureza divina cuando es blanca. También se utiliza con frecuencia para adornar las tumbas de los niños, pero aquí se representa como un capullo de rosa que aun no se ha abierto o con un tallo roto.
Sábila
Inmortalidad, vida eterna.
Sauce
Melancolía. Representa el dolor, la tristeza y el luto de los vivos en el recuerdo de los difuntos, por sus ramas encorvadas bajo su propio peso.
Siempreviva
Los simbolistas cristianos han dado al color amarillo de esta flor el significado de “luz del crepúsculo vespertino, revelación, anuncio de gloria celeste”, uniendo de ese modo un sentido religioso a la simbólica del recuerdo. Por otra parte, la permanencia de sus florecillas secas es por sí misma un emblema de la vida eterna.
Tulipán
La caridad o una declaración de amor al ser querido.
Vid
La vida eterna es simbolizada por la fuerza nutritiva de los jugos de la vid. La simbólica de la vid está relacionada también con los más solemnes misterios de la religión católica, en la eucaristía. Puede emplearse como ornamento esculpido en tumbas, y acaso alguna vez, al natural en las inmediaciones de una capilla funeraria.
Violeta
Emblema de la humildad y la modestia. Su color menos terrible para el ánimo que el color negro, ha servido para significar el luto religioso en muchas culturas.
Y, para acabar, otros símbolos agrícolas que a veces se encuentran en lápidas y mausoleos:
Arado
Simboliza la cosecha, la cosecha de la vida.
Cuerno de la abundancia
Una vida abundante y fructífera. También es un símbolo de la mies, que a su vez simboliza el fin de la vida.
Tronco de árbol
La fuerza de la vida, la familia. Si el árbol tiene ramas cortadas, representa que la persona no tuvo una larga vida. Fue el símbolo más utilizado en lápidas de leñadores y carpinteros.
El calígrafo y la sandía gigante
Podría ser el título de un cuento de Rumi, pero os voy a hablar de mi amigo Fernando, de qué tienen que ver las palabras con las sandias, los filósofos con los hortelanos.
El caso es que en los encuentros con Fernando y familia nunca faltan dos cosas: la charla y la comida. La charla extensa, sobre cosas del día a día que acaban derivando en cuestiones cuasi filosóficas (sí, ambos admiramos a Bellavista). La comida siempre deliciosa (ummm, fideuá de Godelieve…)
Pero él las palabras no solo las dice, o las escucha, o las escribe. También las dibuja en abigarradas caligrafías. Podéis verlas en su blog ferdinandusscripsit, muchas de ellas con motivos o místicas vegetales, como la del post As Above, So Below. Como arriba es abajo.
En el cielo las palabras, en la tierra las sandías. Me lo demuestra enviándome las fotos de un melón y una sandía de los huertos de la familia: “El melón de marras pesaba 7,5 kg, pero es que la sandía hacía algo más de 15,5. Del melón aún no puedo decirte nada, pero la sandía está de muerte. El único problema ha sido el de la logística, porque tuvimos que hacerla tres trozos para poder guardarla en el frigorífico una vez abierta. Esta vez no ha podido ser, lo sentimos, compartiremos otras cosas.”
Y así siempre, pasamos sin conflicto de una frase de Hermes Trimegistro, al “qué bueno está este melón”. En ambos casos, palabras mayores.
Michelle Obama en la huerta
Ya salió el libro firmado por Michelle Obama, American Grown. The Story of the White House Kitchen Garden and Gardens Across America. Sorprendido del empeño o error en los medios de aquí, como El País, por decir que el libro va sobre “jardines” en vez de sobre “huertos”. La traducción más cercana de “The Story of the White House Kitchen Garden” sería “La historia de la huerta de la Casa Blanca”. Si le das un vistazo al libro (Amazon es fantástico) verás más berenjenas y calabacines que flores. En Estados Unidos existe una larga tradición de huertos en tiempos de crisis (como ahora, a la que allí suman la crisis de la obesidad y la comida basura), que empieza en los Victory Gardens plantados en todo el país durante la Segunda Guerra Mundial, sobre los que se habla en el capítulo 5 de El huerto curativo.
Informaremos tras una atenta lectura del libro de la primera dama, todavía con el olor de la tinta nueva.
La Clota: un oasis de huertos en Barcelona
En este reportaje sobre el barrio de La Clota, en la ciudad de Barcelona, puedes ver los huertos tradicionales que todavía resisten a las sucesivas reformas urbanísticas de la ciudad. En primavera merece la pena el paseo. Como se explica en el precioso libro ilustrado de Òscar Julve, Passejant per Horta: “Pasearéis por un montón de huertos con la sensación que es imposible que estéis en la ciudad de Barcelona; conoceréis gente que os explicará historias antiguas llenas de melancolía, de aquellas que explicaban los abuelos; comprobaréis que justo ante vuestros ojos existe una convivencia entre vecinos admirable, una estrecha comunión con toda una historia detrás. Descubriréis calles con lavaderos, torres con solera, masías, casas de indianos, laberintos y velódromos, cementerios románticos, plazas populares, ateneos ilustres… descubriréis la magia de un barrio que ha sabido preservar su identidad por encima de todo”.
Hablo de este barrio en el capítulo 7, “Miles de huertos urbanos”, de El huerto curativo, porque pasaba por él varias veces al día en el ir y venir del instituto Narcís Monturiol, donde estudié el bachillerato:
“En mi adolescencia hice cada día el camino al instituto, al pie de la montaña del Tibidabo, en Barcelona, andando entre descampados que antes eran campos de olivos, entonces campos de fútbol y que más tarde se convirtieron en instalaciones
olímpicas. Los huertos y las balsas para regarlos se distribuían entre los bordes de los diferentes caminos, los linderos de escombros, tras las tapias de las casas y al lado de las rieras que todavía bajaban a Barcelona a cielo abierto por el barrio de La Clota. La gente cultivaba principalmente patatas, tomates, pimientos y lechugas. Recordado ahora, era un bonito desorden de cunetas y huertos en el que seguir el ritmo de las estaciones con la bufanda en la nariz o en camisa de manga corta.”