Hoy estaremos en la presentación, la película se estrena en cines, en España, el próximo viernes 29 de abril. Es una road movie en busca de prácticas reales que ya se están llevando a cabo en todo el mundo, ejemplos de los cambios necesarios para reducir el cambio climático. Mejor verlo que contarlo, aquí el trailer en español:
En conclusión, viene a proponer cinco cambios que podemos llevar a cabo en diferentes niveles:
De forma individual:
Comer alimentos de agricultura ecológica (¡sí!) y comer poca carne (o nada).
Optar por un proveedor de electricidad de origen renovable.
Transformar el barrio, el pueblo o la ciudad en una huerta (¡sí!)
Crear una cooperativa ciudadana de producción de energía renovable.
Crear una moneda alternativa (local, de empresa, de tiempo).
Crear una escuela alternativa.
Presentarse a las elecciones y retomar el poder.
A nivel político:
Reorientar las subvenciones agrícolas para permitir la conversión hacia la agricultura biológica, la agroecología, la permacultura… (¡sí!)
Dar un vuelco a la fiscalidad del trabajo hacia el carbono.
Liberar la creación de moneda.
Crear una cámara parlamentaria (¿y si reformamos el Senado?), donde los representantes serían ciudadanos escogidos al azar.
Integrar el estudio de la pedagogía y la formación «in situ» en el currículum de los profesores.
Es para felicitar a Cyril Dion y Mélanie Laurent, que se embarcaron en la aventura de realizar este documental sin que las productoras y televisiones convencionales les hiciesen mucho caso, hasta que tuvieron un gran éxito con su campaña de crowdfunding:
Josan y los cuates habían hablado bien de la novela El marciano, de Andy Weir (originalmente autopublicada por su autor, toma ya). Y hace unos días Aina S. Erice (¡gracias por la recomendación!) nos decía que tenía cita en el cine el día 16 de octubre, cuando se estrena en España la película de Ridley Scott, que originalmente se llama The Martian, pero ha acabado con el título de Marte (¿por qué ese cambio?).
Sin hacer un spoiler ni querer provocar envidia, os comunicamos que ayer domingo vimos la película en pantalla grande y a todo volumen (aunque no en la sesión 3D), alguna ventaja hay que sacar de estos meses británicos (que de todos modos están siendo hortelanamente muy provechosos).
Mark Watney (Matt Damon) es un botánico que queda colgado en Marte y parece seguro que será el primer hombre en morir allí. Pero aprovecha sus conocimientos para plantar un patatal y, sobre todo, intentar comunicarse con la Tierra (que esta solo a 225 millones de kilómetros, dicen los créditos) para salir de allí (menos mal que todavía quedan colegas). Es una de aventuras de ciencia ficción, sin más, mejor dejar el espíritu crítico en casa e ir simplemente a pasarlo bien o a pasar miedo, que cosas que chirrían en esa película hay muchas (además de la metalistería espacial y algunos temas musicales). A quien vaya con ilusiones vegetófilas solo adelantamos que sí, que hay algunos planos sobre el tema, pero que la cosa va más sobre destornillador automático, reparaciones con cinta americana y regateo de burócratas. Aunque, con todo, cuando sales del cine, una planta en una grieta del asfalto te parece aún más bella.
Curioso revuelo el que está provocando la película en #iamabotanist
Es cierto que las verduras y frutas que recoges de tu huerto, o las silvestres, suelen ser algo más amargas que las del supermercado… Eso no es necesariamente malo, por más que para los paladares menos sofisticados –sobre todo los infantiles o infantilizados– el sabor amargo tenga connotaciones negativas, como si ese alimento tuviese algo repugante o dañino. De hecho, el ser humano posee en la lengua hasta veinticinco receptores del gusto amargo. Tanta sensibilidad se desarrolló por mera supervivencia, para detectar toxinas en plantas y alimentos, de ahí que cuando esas papilas gustativas detectan algo raro, despiertan la atención y quizá la reacción automática de escupir el alimento. Solo los paladares más sofisticados saben utilizar esos detectores complejos de sustancias venenosas para disfrutar de uno de los sabores más complejos, el amargo. En Occidente junto a ese sabor se diferencian otros tres: el dulce, el ácido y el salado; el Ayurveda de la India suma a éstos, el picante y el acre o astrigente; y, claro, es necesario señalar los últimos sabores cuyas papilas gustativas han sido descubiertas por la ciencia: el umami y el adiposo… (aquí se complican más las discusiones entre gastrónomos).
Lo que decía el titular: estos meses se habla mucho del sabor amargo. Quizá tenga que ver con la campaña -justificadísima- para reducir el azúcar de los alimentos y bebidas industriales, ya en niveles muy peligrosos para la salud pública. Pero cuando la revista New Scientist dedica su portada a un artículo sobre cómo la industria alimentaria va eliminando el amargo de las frutas y verduras, es que algo pasa. Estos alimentos amargos, como la alcahofa, la achicoria, los berros, el cardo mariano, las endivias, el ruibarbo, el limón o el pomelo, ya representan menos del 5% de la dieta en EE.UU. El chocolate y la cerveza se han ido dulcificando con los años, quizá por eso resurge la moda del chocolate puro, como el de Taza Chocolate, o las bitter artesanas, dejando que se note el amargo del lúpulo.
Los científicos están cada vez más preocupados, porque desterrar lo amargo de nuestra dieta afecta a nuestra salud, incluso de maneras que todavía no conocemos plenamente. Tradicionalmente se sabe que los amargos estimulan el apetito (muchas bebidas aperitivas se elaboran a partir de plantas amargas), actuando sobre el hipotálamo y aumentando los movimientos y secreciones estomacales. También evitan las digestiones pesadas y estimulan el funcionamiento del hígado, ayudan a regular el peso, tonifican el organismo y, se está investigando, quizá afectan a la fertilidad. Pero científicos como Robert Margolskee, investigador de los receptores que detectan las moléculas del dulce, amargo y salado, están descubriendo que estos detectores existen también en el tracto gastrointestinal y en otros órganos en todo el cuerpo… Parece ser que estos receptores “extraorales” están implicados cada vez más en la regulación de la digestión, la nutrición, el metabolismo y la liberación de hormonas.
Por otro lado es curioso el interés que ha despertado el último libro de la premiada escritora gastronómica Jennifer McLagan, Bitter: A Taste of the World’s Most Dangerous Flavor (algo así, como “Amargo: una degustación del sabor más peligroso del mundo”), con cantidad de historias y recetas para apreciar este sabor con nuestras papilas receptoras de ancestrales venenos. Además de probar algunas de sus recetas, para bien de nuestra salud y papilas gustativas, dejaremos que el huerto se asilvestre un poco, tomaremos pomelo para desayunar, recogeremos frutos del bosque, pondremos diente de león o escarola en las ensaladas, volveremos a cultivar pack-choi, nos comeremos las raciones que toquen de pastel de ruibarbo (uugghhh), le daremos al chocolate 75% puro, y tomaremos Fernet Branca con los amigos argentinos. ¡A vuestra salud!
Jean Luc Danneyrolles, agricultor de la Provenza francesa, y Carlos Pons, documentalista español, decidieron emprender un viaje a Granada al encuentro de proyectos sociales alternativos. Enrolaron un cámara y partieron durante los grandes fríos de febrero del 2012, llevando consigo como moneda de cambio una gran colección de semillas.
En el email en que mi amigo Ramón Roselló me informa sobre el vídeo, dice escuetamente “Otros brotes de Integral“. Es cierto -y no sé si me inquieta o no- que el documental tiene para mi algo de túnel del tiempo, de las primeras épocas de la revista Integral, en la que tantas horas compartimos con Ramón, con su hermano Jaume, con Josan Ruiz (los dos tambien destinatarios del mismo email) y otros fundadores, cooperativistas o colaboradores (veo en el trailer, por ejemplo, a Mariano Bueno y Quico Barranco) de hace ya más de 30 años… Salen los mismos tipis y casas a medio reparar que aparecían en aquel legendario extra monográfico nº 8 de Integral, “Vida en Comunidad”, pero el 15M y algunos de los proyectos visitados contienen ideas frescas. La conexión entre ellas, la difusión en Internet, el vídeo (en vez de aquel rústico papel reciclado…), algo magnífico.
La Voz del Viento se presentó por primera vez en España el pasado 6 de enero, en Dènia (Alacant). La pelicula está disponible para proyectar en castellano y francés, aunque tendrá también versiones en catalán e inglés para hacer un lanzamiento en DVD y descarga. En la agenda del proyecto se irán indicando las fechas de presentaciones en diferentes localidades. Si quieres recibir información por email o ayudar a organizar una proyección cerca de tu casa, puedes escribirles a lavozdelviento (arroba) mosaicproject (punto) net.
Unas risas de sábado con el divertido vídeo de Veterinarios Sin Fronteras. Dos tomates, uno transgénico y otro campesino, se citan en un bar después de haberse conocido a través de un chat en internet…
Otra buena cosa que tienen los huertos es que igualan y hermanan bastante a las personas. Las plantas no te juzgan, les da igual tu estatus económico, tu ideología, el color de tu piel, o cuántos másteres universitarios hayas realizado. Les da igual si llevas unas zapatillas deportivas o si vas en una silla de ruedas. No crecen más o dan frutos más sabrosos porque seas Michelle Obama o un iaioflauta (cada vez estoy más cerca) cuidando el Hort Digne de Plaza Catalunya o la Huerta de Sol.
Por eso no ha dejado de maravillarme la reseña del libro El huerto curativo que acaba de publicar La Razón, destacándolo como “Libro de la semana”. Para mi gusto es uno de los comentarios más trabajados y que entresaca bien los principales temas que se tratan en el libro, hasta con cierta gracia al haberse fijado en apartados como el que recomienda crear “un microjardín en un taza”. Estas son algunas de las cosas que dicen en el artículo:
“Obras rigurosas. En el auge de los libros de divulgación sobre los beneficios de la vida vegetal hay obras rigurosas y estudiadas que explican que la dedicación al huerto es una fuente de conocimiento. Uno de esos volúmenes es «El huerto curativo» (Plataforma Actual), de Tomás Mata. Es algo más que un manual práctico, ya que el autor cuenta sus vivencias e imparte una lección exhaustiva, tanto para iniciados como para aficionados…”
“Se trata de 258 páginas con razones suficientes para empezar un huerto ipso-facto, sobre todo después de leer las líneas que dedica a la poca información que recibe el consumidor sobre el proceso que han sufrido los alimentos que va a ingerir hasta llegar a su mesa.”
Hace algo más de 3 años nos reuníamos para celebrar los 30 años de la revista Integral. Creo que es una de las publicaciones más longevas de los quioscos de España, sorteando por el momento todos los avatares del mercado editorial. Uno de sus fundadores, Jaume Rosselló, ha querido entrevistarme para hablar sobre el libro El huerto curativo, sobre huertos y sobre tiempos pasados, presentes y futuros. Después de haber compartido con Jaume miles y miles de horas trabajando juntos en aquella editorial, es un placer volver a estar en las páginas de Integral, aunque sea como invitado. Esta es parte de la entrevista:
–¿Tomás, cuándo te sentiste “tocado por la clorofilia”?
Esa expresión la oí por primera vez de Andoni Luis Aduriz, hoy considerado el segundo mejor cocinero del mundo, que habla de una especie de sentimiento More
Sí, ayer se vistió de verde y en la entrevista que me hizo en La Ventana, sobre El huerto curativo, Gemma se animó a plantar unas tomateras, rabanitos y más cosas en el balcón de su casa. Propuso que dentro de seis meses nos volvamos a ver para repasar cómo le ha ido con su huerto urbano…
Aquí podéis ver completo el documental Què mengem? (en catalán) sobre los productos químicos, metales pesados, antibióticos y aditivos presentes en nuestra dieta. Las autoridades alimentarias de la Unión Europea niegan que los las frutas y verduras que se consumen superen el nivel de tóxicos por agroquímicos señalados en la legislación. Según ellos el consumidor no se ha de preocupar. Pero muchos científicos no opinan lo mismo, porque no se tiene en cuenta el efecto acumulativo ni su efecto combinado. Miquel Porta, uno de los expertos que interviene en el documental, argumenta que la contaminación por CTP (compuestos tóxicos persistentes) nos afecta de forma grave y en España apenas se han tomado medidas.
Puedes leer artículos sobre las investigaciones de Miquel Porta, en castellano, aquí:
Ya salió el libro firmado por Michelle Obama, American Grown. The Story of the White House Kitchen Garden and Gardens Across America. Sorprendido del empeño o error en los medios de aquí, como El País, por decir que el libro va sobre “jardines” en vez de sobre “huertos”. La traducción más cercana de “The Story of the White House Kitchen Garden” sería “La historia de la huerta de la Casa Blanca”. Si le das un vistazo al libro (Amazon es fantástico) verás más berenjenas y calabacines que flores. En Estados Unidos existe una larga tradición de huertos en tiempos de crisis (como ahora, a la que allí suman la crisis de la obesidad y la comida basura), que empieza en los Victory Gardens plantados en todo el país durante la Segunda Guerra Mundial, sobre los que se habla en el capítulo 5 de El huerto curativo.
Informaremos tras una atenta lectura del libro de la primera dama, todavía con el olor de la tinta nueva.